Parácuaro es un pueblito del Estado de Michoacán, México. Debido a su ubicación geográfica tiene un clima cálido que favorece la creación de cascadas y manantiales de agua fresca y cristalina. En ese lugar paradisíaco rodeado de la Sierra Madre nació un niño que con el tiempo seria un personaje destacado que a través de su voz y sus canciones y llegaría al corazón de millones de personas.
Hablo de Juan Gabriel el Divo de Juárez, como lo bautizaron quienes lo aman. Todos sus fans conocemos a Parácuaro, porque el lo ha mencionado miles de veces en sus recitales, nunca olvida su suelo natal. El nos dice Parácuaro, donde nací y Ciudad Juárez donde crecí.
También en una ocasión en el Recital de Bellas Artes, se inicia con el coro Polifónico en una obertura excepcional donde le rinde homenaje a su pueblo.
Es de buena gente ser agradecido, y Juan Gabriel lo es, con el pueblo donde nació y creció, con su Patria, con su gente. Muchas son las muestras de este sentimiento cuando el entre canción y canción se dirige a su publico.
Podría haber sido un simple campesino, sin desmerecer, pero para el había un futuro más importante porque además de tener ese don que es innato, esa voz maravillosa que nos endulza el oído con sus melodías, supo capitalizar sus sentires, sus penas, sus desamores o las vivencias de sus amigos.
En una ocasión Juan Gabriel nos cuenta que cuando tenia hambre, el pagaba a quienes lo ayudaban y lo alimentaban componiéndoles una canción. Por eso llega tanto a la gente, porque escribía con el corazón y eso se nota. Eso se siente. No miente. Es autentico y agradecido.
Cuantos en su lugar, al tener fama, se suben a un caballo y se sienten omnipotentes y nos miran desde arriba sintiéndose mejores. El no, el se mezcla en las calles de Juárez y las recorre entre su gente, con una sonrisa y una palabra amable.
Juan Gabriel no olvida sus raíces y le devuelve la alegría a su pueblo, a través de su música y de su canto en recompensa por tanto amor y devoción y sinceramente…creo que se lo merece.
Parácuaro seria hoy un pueblito perdido, como tantos otros, en muchos estados de México, nadie hubiera sabido de sus mañanas de sol, de su encanto, de su pueblo, de sus campesinos sembrando de sol a sol, de sus sembradíos, de sus cosechas en flor, sino fuera que el 7 de enero de 1950 nació
Alberto Aguilera Valadez y en ese momento Parácuaro paso a la historia.
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